Después de la Edad Media la humanidad se abrió paso entre las tinieblas con
la luz de la razón, por medio de ésta fue capaz de destruir el viejo discurso de
sumisión y aletargamiento en que se habían sumido los hombres.
Así se volvió a estudiar el pensamiento clásico que sobrevivió gracias a su
refugio en las bibliotecas de los claustros y se desarrollaron diferentes artes
y ciencias. La política no fue la excepción, la ilustración representó una ola
democratizadora en los Estados que para el siglo XVIII había terminado con la
mayoría de los regímenes absolutistas.
En su intento por destruir todo tipo de opresión, la razón se instauró como
nuevo dogma. Esto sumado a la dinámica social que instauró el liberalismo económico,
ha terminado por fragmentar a la sociedad quitándole varios de sus elementos de
cohesión. Todo lo anterior sumado a la inmediatez que la tecnología nos ha
proporcionado ha llevado al pensamiento moderno, a la sociedad moderna en
general a una crisis. Ante la cual se han perfilado dos posiciones: la
refundación de la modernidad y la superación de la misma. A esta última actitud
filosófica se le ha denominado «posmodernidad».
La modernidad en crisis está en todos lados, en las relaciones
sentimentales pasajeras, el auge de aplicaciones móviles para encontrar una
cita es también producto de ese resquebrajamiento. Esta etapa ha arrojado al
mundo toda una generación que crece y se desarrolla en esta crisis, los
millennialls y todo lo que en esa idea se ha encuadrado representa con mayor
claridad la crisis de la modernidad.
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