El feminismo se justifica por la nada
corta dominación que la mujer ha sufrido a causa de su sexo. Dominación no sólo
perpetrada por hombres sino también por mujeres. El feminismo es la pugna por
liberarse de ese yugo, la reivindicación de su sexo, el ejercicio de su
libertad y el reconocimiento de su igualdad. Ello no es una demanda egoísta ni
excluyente, sino una particularización de los marginados, de los oprimidos, de
las víctimas, del «exterior» que tiene perfecta armonía con otros movimientos
de liberación como el de los migrantes, indígenas, negros, lgbtti, palestinos,
entre otros.
La solidaridad en la filosofía de la
liberación se da en dos sentidos, por un lado, entre esos grupos de oprimidos
que se identifican en las mismas condiciones de exclusión o «exterioridad» y
por otro lado desde «la totalidad», desde los no excluidos, incluso quizá de quienes
ejercen la hegemonía, que reconocen en el otro-excluido el origen del
contradiscurso, lo escuchan y facilitan el dialogo para descubrir la negación dialéctica,
así como los medios para su liberación.
Hoy escribimos sobre feminismo en memoria
de Mara Castilla, el actual rostro de una realidad cruda en México: el
machismo. Mara no es el único rostro de este cáncer y tristemente no será el
último. Esa es precisamente la justificación de la liberación de la mujer, del feminismo
que no es exclusivo de las mujeres sino de toda la sociedad, de excluidos y no
excluidos. Si el machismo es una realidad, debe existir un activismo constante
y permanente, que se esmere en construir una sociedad en la que ni el sexo ni
el género sean motivo de discriminación de ningún tipo.
Sobre el feminicidio de Mara existen dudas
claras sobre la versión que sobre el caso ha elaborado la Procuraduría. Que si estrangulación,
que si violación, que si el taxista o la aplicación, que si el novio o la
familia influyente de éste o aquél. Así llegamos a la resolución de un
conflicto con las fallas que siempre se han denunciado de la procuración de
justicia, del nepotismo y la corrupción. La auténtica justicia feminista, la
auténtica justicia para Mara, no está en un chivo
expiatorio, está en la persecución del verdadero criminal, sea quien sea;
está en el honor a la verdad, a la verdad de Mara; y más allá, está en las
medidas que como gobierno y como sociedad llevemos a cabo para evitar que haya
más víctimas a consecuencia del machismo.
El feminismo tiene aún un largo camino que
recorrer y muchos enemigos por vencer, algunos incluso dentro del mismo
movimiento. Es así que el feminismo racional y crítico se ve hoy ofuscado por
un sexismo que nadie quiere ver, del que nadie quiere hablar (de forma seria),
porque cuidado ¡machista! Lo que muchos hoy llaman feminazi nada tiene que ver con el feminismo, es muchas veces
sexismo puro. La idea de ejercer violencia o discriminación al hombre por el sólo
hecho de su sexo. La idea de que la mujer siempre es buena, por el sólo hecho
de su sexo, es sexismo, no feminismo. El feminismo como esa pugna por la
libertad y la igualdad jamás tendrá excesos ni será suficientemente exacerbado
para censurarlo. En cambio, el sexismo si se debe combatir, si se debe
censurar, porque es irracional e intolerante. El sexismo que hoy se disfraza de
feminismo desvirtúa y hiere a la liberación de la mujer.
Feminismo ¡siempre!; sexismo ¡jamás!
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