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La Justicia y la Venganza divina persiguen el crimen |
En la idea de orden subyace una
compleja perspectiva de la realidad en la que todo es como debe ser y no podría
ser de otra forma. De esa perspectiva se desprende que la realidad es una
concatenación de hechos que se rigen por una relación de causa-efecto. Si
pensamos así, toda la realidad es justa.
Ambas formas de Justicia, divina y humana, en esta etapa se conciben como una
relación de causa-efecto —aunque la Justicia
de los hombres es usualmente aplicada en sentido negativo, es decir, la imposición
de un castigo— en la que se premia o castiga la conducta no sólo del hombre, sino
de los mismos Dioses (En la teología politeísta). Cuando el efecto es un
castigo la Justicia se reduce a
venganza.
Un primer cambio en la idea de los sujetos de la Justicia fue el tránsito del politeísmo al
monoteísmo. Los efectos de esta simplificación del pensamiento religioso se
traducen en un estudio más profundo de Dios y sus atributos (ya que deja de
vincularse a la divinidad con fenómenos naturales). Generando la percepción de
un Dios más complejo, total, perfecto y absoluto. Atributos que transmite a su Justicia y la diferencia de la ejercida
por los hombres.
Al finalizar la edad media, con el proceso de
secularización de la sociedad, el sujeto perfecto de la Justicia y de otras
tantas funciones deja de ser Dios y esa tarea se le asigna al Estado. Entonces
la Justicia natural o divina se
confunde con la Justicia de los
hombres.

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